@domanand yo soy de las turras que tiran todas las obras de arte de sus hijos, cosa que arreglaran en el analista en años venideros, espero.
Creo que frustrar a los hijos es tarea fundamental de las madres, así como lo es alimentarlos y enseñarles a no decir malas palabras. Un niño sin frustraciones será el día del mañana, una persona con serios problemas. Imagínense a ese niño, de adolescente, diciéndole a sus amigos: mi vieja? Es buena onda che, me deja hacer lo que quiero. Una masa la vieja.
O, lo que sería peor, imaginen ustedes a un adulto que llega al analista y solo puede decir: mi madre ha sido una persona realmente maravillosa.
No, no, no.
Las madres tenemos una misión que cumplir en esta vida y esta es la de hacer la vida de nuestros angelitos lo suficientemente miserable como para que puedan quejarse con motivos reales.

No se desanime, una buena madre solo es reconocida como tal cuando sus hijos le festejan el cumpleaños numero 90.
Cuando empecé a pensar en este post le pregunté a mi hijo de 16 años por qué motivos estaba frustrado. Me miró con rencor y solo dijo.
-Nunca me compraste zapatillas con luces en la suela.
¿? ¿Que sos? ¿Una linterna caminante?
Eran carísimas, eran horribles y, definitivamente, se le iba a gastar la pila y no las iba a querer usar mas.
Soy capaz de reconocer las culpas que tengo. No llevé a mi hija mujer jamas al teatro a ver Bandana, pero fui lo suficientemente astuta como para convencer a la abuela de la criatura para que lo haga.

Mensaje que me envió la abuela de mi hija despues de acompañarla a un recital de Bandana. Gracias má, te debo una!
Los fui a ver a los actos, pero nunca me esmeré del todo con el disfraz. Les mandé libros al colegio pero jamás fui a leerles a la clase. Les hice todas las maquetas que hubo que hacer, pero jamas les expliqué matemática. O al menos no de una manera entendible.
Les festejé todos los cumpleaños pero jamas en la Plaza de la Fantasía ni en el Parque de la Costa que era donde soñaban.
Tiré todos los cuadernos de primer grado y las carpetas de plástica. Pero guardé y enmarqué el primer dibujo de la familia que hizo cada uno en sala de 2 años.
Les preparé la comida que les gustaba pero cada vez que me pedían permiso para hacer una torta los sacaba carpiendo, mirá si voy a dejar que me dejes todo hecho un desastre, me rayes la tartera de teflón y encima te quemes con el horno.
A la hora de incentivar el arte les di una computadora con el photoshop, que es limpia y no desordena nada. Pero, si bien tiré todas las “artesanías” que han hecho en el colegio, tuve la delicadeza de hacerlo cuando no estaban presentes.
Confisqué, sin culpa alguna, todos los juegos que les regalaron que consideré nocivos para mi salud mental o para mi cintura. Por eso desaparecieron las 10000 piezas (ojo, no exagero, eran diez mil!!!) para hacer collares que mi hermana le regalo a mi hija cuando tenía 8 años. Primero se cayeron al piso, las 10000. Barrí unas 9865 y calculo que las 135 restantes fueron a parar debajo de la heladera, del lavarropas y el horno. Nunca supe mas de ellas. Confisqué también el juego de química que una abuela regaló para Navidad, cuando mancharon las sillas del jardín con limadura de hierro y tiré sin piedad a la basura el juego de “arma tus propias figuras de yeso” que (otra vez, ¿cuando no?) mi hermana tuvo la iluminada idea de regalarle a uno de mis hijos.
Tiré bolitas y piezas de rasti de a montones. Y cada vez que traian malas notas, me apropiaba de los controles del nintendo 64.
Los obligué a ir a natación aunque no les gustaba. Pero, debo decir a mi favor, que nunca los hice competir en una carrera. En la playa no me metí al mar con ellos (odio las olas) pero siempre convencí al papá de que lo haga.

Papá siempre tiene un minuto para meterse al mar con los chicos, mientras mamá toma daikiri en la playa.
En el colegio los he defendido cuando me llamaba la maestra para decirme que eran burros pero en casa los cagaba a pedos por vagos.
Mi hija mayor rogó años por un celular como el de sus amigas y tuvo que sobrevivir con uno viejisimo pero que funcionaba perfectamente. Podrá decirle al analista eso, me hago cargo.
Y, definitivamente lo que mas los ha frustrado, llenado de vergüenza y odio hacia mi, su santa y abnegada madre, es que jamas me desmaterialicé cuando llegaban sus amigos. Tampoco me ponía a charlar con ellos, ni a animar la fiesta. Pero siempre estuve presente, saludando cuando iban entrando, vigilando que la cosa se mantenga dentro de ciertos parámetros de orden. Aún a riesgo, lo sé, ¡que horror!, de que sus amigos descubrieran que mis hijos, igual que ellos y que buena parte del planeta, tienen madre.
Lindisimo post majo!!! Y debo decir q muy saludable para todos los hijos!!!
Gracias Jose, una intenta hacer las cosas lo mejor que le salen pero siempre la embarra en algo. Voy a tener que cerrar la posibilidad de comentar esta nota por mis hijos, pueden hacerme quedar muy mal si lo leen…
Muy buen post.
Al final los padres somos los malcriadores… no hay nada que hacer.
No te creas che. Ya voy a publicar uno que sea: ya vas a ver cuando llegue tu padre… :-)
Yo soy de hacer bastante lo contrario a los del post, aunque también debo decir que soy primerizo… Dénme tiempo! :lol:
Muy buen post, espero que no lo lean los chicos! (O mejor, mostráselos!)
Saludos
PLPLE
Hehehe, que piola! Dale unos añitos y vas a ver que te va a echar en cara todo lo que no hiciste o, lo que es mucho peor, lo que hiciste! Son así, sólo hay que darles tiempo.